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¡Mira que he invitado a Mandatarios de todo el mundo al Día de la Oración de este Gran País.!
Todos se han portado relativamente correctos, excepto aquel ligón italiano, que no paraba de mirarle los pechos a la mi Michelle. ¡Y el cabrito, abría los brazos.!
No me gustó nada aquel tío. Llegué a pensar que me levantaba la mujer y la Casa Blanca se quedaba huérfana de paloma.
Resolví el problema haciendo unas llamaditas, que para eso soy el Presi más poderoso del mundo.
Ringggg…Ringgggg…¿Chuck?..Hola..Soy Obama, el Presidente.
¡Hello!.Sr. Presidente. ¿A que debo el honor de su llamada?.
Verás amigo, he tenido un problema con Berlusconi y he pensado en Ud. para dejar claras ciertas cuestiones.
Entiendo, Señor, no se preocupe; yo resuelvo el problema.
¡Problema resuelto Sr. presidente!. Las cosas han quedado completamente claras.
Al principio no quería entrar en razones, pero al final, dialogando civilizadamente, lo ha entendido. No se volverá a fijar en los pechos de la Primera Dama.