.
Va paseando un anciano por la calle principal de la ciudad. Cuando pasa por delante de un club de alterne, una prostituta le invita a pasar.
-Lo siento señora, pero es que ya no puedo.
-Ánimo Señor. Pase al local que nosotras le ayudamos a que todo salga bien.
-Que no, que no. Muchas gracias pero es que no puedo.
Sea Ud valiente-insiste la prostituta-por lo menos inténtelo.
Tanto insistir,tanto insistir, que al final el anciano acepto y pasó al reservado con la chica. Su actuación fue de sobresaliente. Tres veces le hizo el amor y además la hizo gozar como nadie lo había hecho.
La profesional, aún jadeando, se dirigió al anciano y le dijo:
-«Ha estado Ud. como un auténtico jabato, y decía que no podía.
-No me has entendido hija. Si yo hacer el amor si que puedo. Lo que no puedo, con la pensión que tengo, es PAGAR EL SERVICIO.